Cómo desarrollar la inteligencia emocional en los niños

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Cuando hablamos de inteligencia emocional, nos referimos a esa capacidad de percibir y reconocer las emociones tanto a nivel personal como la de los demás. Y habiéndolas reconocido, comprender cómo funcionan, es decir, qué es lo que sentimos cuando estamos tristes, felices, enojados, nerviosos; para luego aprender a cómo regularlas y canalizarlas.

Este tema se ha vuelto muy popular en los últimos años, luego de que el psicólogo y periodista estadounidense Daniel Goleman, propusiera que la inteligencia no solo abarca aspectos cognitivas (la memoria, la capacidad de resolver problemas), sino también el saber conectarnos con las emociones, regularlas, detener impulsos y tolerar la frustración. En esta última parte es que usted como padre, tutor o profesor debe prestar atención si quiere orientar al niño en cuanto a su inteligencia emocional.

¿Qué puede hacer usted para que el niño desarrolle su inteligencia emocional?

Dar el ejemplo con su propio comportamiento.

Como todas nuestras habilidades, como por ejemplo, la de confrontar y resolver conflictos, su buen desarrollo va a depender en gran parte de cómo los padres hayan estimulado al niño y de su propio comportamiento (ya que los niños también aprenden ciertas conductas observando a los adultos próximos).

Seguramente usted ha escuchado: «los niños son como esponjas, absorben todo». Y en efecto, en los primeros años de vida, los niños escudriñan, tocan, corren, preguntan y observan para construirse su propia realidad, y moverse y actuar con base a ésta. De modo que si usted es susceptible a llevar el enojo a la ira, y en lugar de resolver un problema con su vecino conversando, lo hace gritándole y llevando el asunto a los golpes, está preparando a su hijo para que reproduzca su forma de regular sus emociones y de no tolerar la frustración.

Explicando cómo funciona cada una de las emociones.

Si bien es cierto, que las experiencias que involucran x emoción puede brindar la oportunidad para explicar cómo son las emociones. Como por ejemplo, se murió una mascota, y usted le explica que es normal sentirse triste porque perdió a un ser que él quería mucho, y que si tiene ganas de llorar, o quiere estar solo, está bien. Es de suma importancia, buscar la oportunidad para explicarlas, y no esperar hasta que sucedan.

¿Cómo puede explicarlo?

Sí, se puede explicar a través de una conversación, pero para un niño muy pequeño, esta manera puede resultar muy aburrida. Un niño muy pequeño, de alrededor de los 3 a 5 años no puede sostener la atención más allá de cinco o diez minutos, para pronto estar interesado en otra cosa; en la tele, en los ruidos de afuera, etc.

Es por esa razón, que usted puede buscar otras formas de explicar además de una simple conversación.

Puede hacerlo a través del juego, el dibujo, la pintura, uso de títeres, etc. Lo importante es que se haga de una forma lúdica, de esta manera lo aprendido tiene más facilidad que se quede en la memoria de largo plazo. Hay tantas formas en las que puede iniciar un juego con el niño; solo se necesita de mucha creatividad e imaginación.

Y en este punto también va incluido especificar las normas o límites que usted va a establecer cuando el niño se enoje o frustre con usted y haga una rabieta porque algo no ha salido como él ha querido. Es en ese momento cuando usted debe permanecer calmado, tener auto-control (dar el ejemplo con su conducta) y no ceder al enojo aunque su hijo esté montando tremendo espectáculo. Cuando haya acabado con la pataleta, hagale ver que su poco control de enojo tendrá consecuencias (no podrá jugar una hora por la tarde, no podrá ir a ver a un amigo), y que hay otras formas de expresarlo.

Ahora que ya hablé  del cómo, voy a pasar al por qué.

¿Por qué es importante enseñar a los niños a regular y canalizar sus emociones?

1-Para  que ellos empiecen a auto conocer y comprenderse, lo que le dará las herramientas necesarias para tolerar situaciones frustrantes en la adultez; y que sepa cómo regular sus emociones y por ende, los comportamientos vinculados a éstas.

2-El reconocer y comprender las propias emociones propias como las de los demás ayuda a que el niño sea empático, es decir, sepa ponerse en los zapatos del otro. Esto no solo lo convertirá en un ser humano sensible ante las situaciones adversas que esté pasando alguien más, sino le ayudará a establecer buenas relaciones sociales. En pocas palabras, contribuye a que sus habilidades sociales se desarrollen adecuadamente.


Y bueno, habiendo concluido con el tema, comparto con usted dos técnicas que pueden ayudarle a enseñar a su hijo a canalizar sus emociones:

La Tortuga:

Se inicia contando un cuento:

«Había una vez una pequeña tortuga, que cuando sentía mucho enojo, tristeza o miedo no sabía qué hacer. Un día se encontró a una vieja tortuga y le dijo que el secreto para controlar esos sentimientos estaba en sí mismo en su “caparazón”, y le dijo que cada vez que sintiera tener un espacio para pensar antes de hacer algo, sería mejor que se escondiera por un momento en su caparazón a meditar.  Y luego podía contarle como se sentía a alguien en quien confiar».

Al finalizar se le pide al niño encogerse como una tortuga e incitarlo a hacerlo cada vez que sienta que se descontrolará.

 

Como un globo:

Se le pide al niño que se imagine que es un globo o una vejiga y que va a inflar esa vejiga respirando profundamente, hacemos que retenga el aire por algunos segundos y luego pedimos que desinfle la vejiga.

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