En esta ocasión escogí hablar sobre un tema, que en los últimos años ha tomado mucha fuerza a través de diversas campañas activistas feministas. Incluso, si ha estado al tanto de las noticias internacionales, se habrá dado cuenta del movimiento que se ha levantado en el mundo hollywoodense, en el que diversas actrices han levantado la voz en contra de los abusos perpetrados por productores y actores. Todo iniciando con el hashtag #MeToo. Y ha habido movimientos similares entre la población en general tras saber que ha habido un feminicidio como #NiUnaMenos y #VivasNosQueremos.
Como ya lo dije es un tema que últimamente ha tenido mucha difusión, afortunadamente. Hoy en día, el material enfocado a prevenir este problema circula a través de todos los medios de comunicación. Y en esta ocasión me encargaré de escribir un poco sobre ello, en este artículo. Porque si bien es cierto hay material de sobra, existen dos factores que todavía están perpetuando que esta situación de la violencia de género esté todavía tan presente:
- Que la gente todavía continúa normalizando el problema, y que aún sigan remarcando diferencias entre el hombre y la mujer, en el que el hombre se considere estar por encima de ésta.
Y el que casi no se está tomando en cuenta:
- Que aún con toda la información disponible, haya un sistema de creencias en las mujeres que las haga colocarse a sí mismas en una situación de infravaloración y dependencia (ya sea emocional o económica) con respecto al hombre.
El tema es realmente amplio, pero trataré de sintetizar lo más importante. En primer lugar voy a mencionar rápidamente algunos antecedentes que facilitaron la violencia de género por decirlo así, porque pretendo enfocarme más en el cómo solventar dicha problemática que en el por qué se da.
A través de la historia, la mujer tuvo un papel secundario, puramente físico y sexual: para servir al marido, hacer los quehaceres del hogar, cumplirle sexualmente y darle hijos. Las mujeres no tenían derechos tan primordiales como el de estudiar, trabajar y votar. Muchas profesiones estaban dominadas por los hombres, y cuando sucedían algunos «actos inmorales» (como perder la virginidad, o ser infiel) quien recibía el mayor escarnio público o condena era la mujer. Bueno todavía en la actualidad mucho de lo que enumeré aquí está vigente en muchos países, ya sea en menor o mayor medida.
Sin embargo, como en cada problema ha habido gente que lo ha permitido y favorecido (y aquí van incluido tanto hombres como mujeres), y por supuesto ha habido personas que, enfrentándose a la presión de la mayoría ha decidido levantarse y volverse en contra de la situación (también incluidos hombres y mujeres). Y aquí estamos, muchas de nosotras podemos estudiar, trabajar y votar. Y estoy segura que muchas mujeres que decidieron hacer la diferencia, no estuvieron del todo solas en el camino, tuvieron el apoyo de otras personas (hombres y mujeres) que estuvieron a favor de la igualdad (por dar unos ejemplos: Virginia Woolf, Marie Curie, Beatrix Potter, etc.).
Y estos cambios se llevaron a cabo primordialmente por desaprender el sistema de creencias que la mujer no era igualmente funcional que el hombre, por un sistema que favorecía la equidad entre ambos sexos.
Estas creencias tendían (y tienden todavía) a transmitirse de generación en generación, y la primera estructura social donde el ser humano aprende los conceptos básicos de convivencia es en la familia. En muchos hogares, las diferencias estaban y están marcadas aún en que la mujer solo tiene que quedarse en casa y el hombre tiene que salir a trabajar. Y cuando llegan los hijos, ya que la primera realidad la construyen con ayuda de sus padres, aprenden estos roles por observación.
Estas concepciones construidas con base a la desigualdad son las que facilitan una relación de poder y control sobre otro. Y es por eso que creí necesario abordar un poquito sobre los antecedentes, porque la desigualdad asimilada puede conllevar a relaciones tóxicas, en donde se encontrará siempre una víctima y un victimario.
Hasta este punto quiero que preste mucha atención porque no hay victimario sin víctima ni víctima sin victimario. Las personas tienen un perfil establecido que permite la situación de violencia. De modo que tenemos dos personas con problemas de autoconcepto, una que se deja someter y violentar, y el otro que necesita sentir ese poder sobre su víctima para autovalerse.
Ahora bien, es cierto que los estilos de crianza influencian mucho en cómo vamos a construir nuestra realidad, concepto propio, auto valía, etc. No obstante, como decía una frase que leí por ahí “no eres responsable de lo que tus padres te hagan creer cuando eres niño, pero sí de lo que quieres creer cuando eres adulto”.
Cuando somos niños no tenemos la habilidades necesarias para tomar ciertas decisiones, pero siendo un adulto, tenemos la capacidad de hacer los cambios que creamos convenientes para nuestras vidas. Y para prevenir y erradicar una situación de violencia usted realmente debe querer cambiar su sistema de creencias.
Ya lo dije una vez, para contribuir a que «x» problema se reduzca o evitemos que suceda, tenemos que educarnos y empoderar a otros para animarse a educarse también, porque recuerde, muchos no tienen acceso a información con tanta facilidad.
Comencemos con la información de utilidad entonces.
¿Cómo se define la violencia contra la mujer?
Se entiende como todo acto dirigido hacia la mujer que puede dañar su integridad física, psicológica, emocional y sexual.
¿En qué ámbitos se puede presentar?
-Pareja. Probablemente sea la más común y la que trae consigo las peores consecuencias si la víctima cae constantemente en la reconciliación con el agresor, ya que después de cada evento violento y reconciliación, los actos violentos se van haciendo más intensos, lo que como consecuencia puede llevar a que la víctima termine siendo asesinada por su pareja.
-Laboral. En este ámbito, la mujer puede llegar a ser acosada sexualmente y manipulada si no accede a los chantajes de un compañero o jefe en el trabajo. También van incluidos todos aquellos comportamientos que tienen la intención de minimizar su trabajo y pagar menos solo por el simple hecho de ser mujer.
-Callejero. Aquí van incluido el acoso verbal, es decir, el hacer insinuaciones de índole sexual que incomoda a la persona, en pocas palabras: cosificarla. En este ámbito la violencia puede llegar hasta el punto de acorralar a la víctima para abusar sexualmente de ella.
Pero me enfocaré más en el ámbito de pareja, porque hay algunos aspectos que lo vuelve mucho más difícil de prevenir y combatir, puesto que en estos casos, la mujer está subyugada al agresor bajo un falso concepto de amor y matrimonio, que no solo la hace quedarse y esperar a que algún día éste cambie, sino además provoca que se aísle y abandone sus redes de apoyo.
¿Cuáles son los tipos de violencia contra la mujer?
-Psico-emocional.
En este tipo de violencia entra en juego la manipulación del victimario hacia la víctima. El agresor ofende, minimiza los actos de la mujer, la hace sentir culpable por algo que no ha hecho, la coarta, la difama con conocidos, la desprecia, se hace el indiferente, etc.
-Físico.
Aquí están incluidos los empujones, las cachetadas, los jaloneos de pelo, el forcejeo, hasta llegar a las golpizas.
-Sexual.
En este tipo como bien lo dice su nombre, están incluidos aquellos actos que denigran la sexualidad de la víctima, como el abusarla sexualmente u obligarla a tener prácticas sexuales con las que la mujer no se siente a gusto. Negarse a usar preservativos o no dejar que la mujer tome medidas anticonceptivas. Contagiarla adrede de alguna enfermedad de transmisión sexual.
-Económico-patrimonial.
En este tipo de violencia el agresor controla las finanzas y no le permite a la mujer de disponer de su propio dinero. Amenaza con echarla de la casa, aunque ésta esté a su nombre. Puede privarle o destruir sus bienes materiales. Obliga a la mujer a que no salga a trabajar y también puede obligarla a que trabaje y le de todo su salario.
¿Qué señales le pueden servir de alerta para detectar que está con un potencial agresor?
Porque SÍ, un agresor siempre va a dar señales sutiles, lo que sucede es que, en muchos casos, el estado de supuesto enamoramiento imposibilita que la víctima las perciba.
-La cela constantemente. Le pregunta por qué habla con fulano o por qué ve a tal persona.
-Quiere tener acceso a todas sus redes sociales, teléfono celular y computadora.
-Quiere saber o que usted le notifique a cada momento a donde va a ir, con quién está, qué está haciendo, y puede llegar incluso a pedirle que pruebe si realmente está en x lugar con x persona para corroborar que usted no está mintiendo.
-La convence de alejarse de sus redes de apoyo (familia, amigos cercanos). La aísla. Y cuando alguien le hace ver de lo abusiva que es su relación, el agresor se encarga de difamar a esa persona o convencerla que no deben meterse en sus «problemas de pareja».
-Empieza a decirle qué no debe vestir; la obliga a quitarse ropa que no es de su agrado.
-La humilla en público, etc.
¿Qué pasa si ya ha habido varios eventos de violencia, pero su pareja le dice que va a cambiar y que esta vez se va a controlar?
Este es un punto en el que usted debe buscar redes de apoyo, y analizar bien cómo va a responder ante esa petición. Si usted ya es madre de familia, con mucha más razón, porque no estamos hablando de una situación que solo la afecta a usted directamente, sino a otros miembros que lo que más necesitan es de un ambiente seguro y un buen guía para desarrollarse adecuadamente. Ya no es algo que se trate solo de usted y lo que siente por su pareja, es algo que también involucra a sus hijos.
Algo que debe saber es que dentro de la violencia de pareja, hay un ciclo (Walker, 1989), que se va repitiendo y volviéndose cada vez más intenso. Le presento a continuación sus fases:
Fase de acumulación o tensión. Como bien lo dice su nombre, en este momento, ciertos incidentes hacen que el agresor vaya sintiéndose frustrado ante la insatisfacción de sus deseos por parte de la víctima. Empiezan los insultos, el uso del sarcasmo, la indiferencia y el culparla por su malhumor.
Fase de explosión. Nuevamente, como lo dice su nombre, en este punto, la tensión se ha acumulado tanto que el agresor llega a un punto en el que explota. Las agresiones ya no son solo psicológicas y emocionales, sino físicas y sexuales. Aquí es cuando empiezan los empujones y las palizas.
Fase de calma o de luna de miel. El agresor se disculpa después de haberla agredido, trata de compensarlo teniendo gestos románticos, recordando cómo comenzaron su relación, dándole cumplidos con el objetivo de que usted le perdone y deje de lado la posibilidad de separarse de él.
Fase de inicio de un nuevo ciclo. En esta fase, las tensiones vuelven a acumularse y todo vuelve a repetirse, con la GRAN DIFERENCIA que este ciclo va a ser más intenso, y la estabilidad y vida de la víctima puede estar en riesgo.
Si quiere construirse una imagen de cómo funciona este ciclo, imagine un espiral, desde el círculo más pequeño hasta el más grande, que es donde, muchas víctimas lastimosamente terminan perdiendo la vida tras uno de esos ataques por parte del agresor.
¿Qué lleva a que un hombre se convierta en un agresor?
Como ya lo mencioné arriba, por lo general un hombre que violenta hacia su pareja, tiende a tener un bajo concepto de sí mismo, es inseguro, y para reafirmarse él como persona busca tener el poder sobre la mujer humillándola, sometiéndola y/o golpeándola.
Una de las causas puede ser el haberse criado en un hogar en el que también había una desigualdad bastante marcada, o también puede que hubiera violencia de pareja entre los padres, y él repitió el patrón, al crecer creyendo que la violencia era normal. Pero no quiero generalizar, porque en algunos casos estos hombres agresores han crecido en hogares en donde no ha habido ni un solo rastro de violencia. Otro factor que puede facilitar que un hombre sea violento, es el no establecer límites en su niñez, tener un estilo de crianza permisivo en el que hace falta disciplina que rija el comportamiento del niño. Así que terminan teniendo una pésima forma de manejar la frustración y capacidad de razonar. Es notable mencionar, que la violencia mostrada va a depender de cada caso.
Y por supuesto, como todo acto de violencia, no hay justificación alguna para llegar a golpear, agredir verbalmente a alguien, solo porque esa persona «lo provocó». Escuchar esto hasta en mujeres es bien común, el justificar diciendo que quizás la mujer provocó la violencia porque le fue infiel, porque lo confrontó, porque le llevó la contraria, etc. No hay «ella lo provocó». Solo es la manifestación de inmadurez e incapacidad para usar su raciocinio y resolver conflictos sin llegar a gritos, golpes, palizas.
¿Qué lleva a que una mujer llegue a ser víctima de violencia doméstica?
Una muy baja autoestima y poca valía hacia sí misma. Lo que implica un concepto distorsionado de sí misma. No se siente capaz de hacer algo o desenvolverse por sí sola. Necesita la aprobación y la aceptación de otro.
Dependencia emocional. Siente que su valor lo determina «el amor» de su pareja. Y esta es una de las principales razones por las que una mujer puede repetir el patrón de dejar un agresor para acompañarse con otro con las mismas características.
Ya para terminar solo me queda instarle que si usted está pasando por algo similar no tema pedir ayuda, ni sienta vergüenza por ello. Usted es capaz y tiene todo el potencial para salir adelante. Si usted no está pasando por violencia y quiere ayudar, compartir hashtags y malas noticias, yo sé que se hace con las mejores intenciones, pero a final de cuentas no ayuda, compartir información sí, e intervenir si ve que alguien está pasando por esta situación. Y por supuesto: evite juzgar a la víctima, lo que más necesita es comprensión y apoyo para dar el primer paso de cambiar esos pensamientos que la han llevado hasta una situación de violencia.