Esta vez no escribí sobre un tema relacionado a la niñez. En realidad, escogí este tema luego de terminar de leer un libro titulado «Farenheit 451» del autor Ray Bradbury que trata sobre una sociedad que ha caído en la disfuncionalidad y poca sensibilidad.
En la historia, ambientada en un futuro distópico, la gente gasta la mayor parte de su tiempo, pegados e interactuando con más de una pantalla del tamaño de una pared; perdiendo así el interés por interactuar entre ellos, cara a cara, y la sensibilidad hacia los demás. El foco principal del libro es retratar a un ser humano que no lee, no se informa, porque está demasiado centrado en el entretenimiento continuo y en la satisfacción personal.
Entonces, me puse a analizar qué tanto encajaba la realidad del libro con la nuestra, y asimismo, qué tanto había predicho el autor (puesto que el libro fue publicado en 1953).
Y así fue como llegué a realizar este artículo.
Si bien no hemos llegado todavía hasta el punto reflejado en el libro, hay muchos aspectos como sociedad a los que deberíamos prestar más atención y analizar con mayor detenimiento, sobre qué tan condicionados y absortos nos encontramos con los avances tecnológicos y el consumismo.
Son dos temas que dan mucho de qué hablar, en un modo controversial, sobre todo, pero que vale la pena abarcar desde un punto de vista psicológico.
Y decidí escribir sobre esa interacción entre hombre y pantalla que existe, especialmente con las Redes Sociales.
Las redes sociales han significado para el ser humano en general un beneficio. Gracias a ellas podemos mantener la comunicación con mayor facilidad con personas que probablemente ya no podremos ver con tanta frecuencia en un futuro; podemos compartir información de utilidad; hacer que un negocio tenga publicidad; buscar ofertas de trabajo; hacer un llamado. Lo que es algo excelente, nos ha facilitado la vida en varios aspectos, en un clic; solo consultando nuestro teléfono inteligente.
Pero del otro lado, nos encontramos con «las desventajas» de estos avances tecnológicos, y probablemente usted haya visto publicaciones del tipo «si publicas esto en las redes sociales significa que tienes baja autoestima», lo que viene siendo un tanto generalizado y exagerado. Es probable que en las mismas redes sociales encuentre publicaciones condenando a las mismas de que la sociedad esté tan consumida por la tecnología.
Como todo cambio o desarrollo en la tecnología hay ventajas y desventajas. Y con este artículo no pretendo condenarlos, sino más bien, que como seres humanos evaluemos qué uso le estamos dando, y qué tanto permitimos que nos influya psicológica y emocionalmente.
Por esa razón puse entre comillas las desventajas, porque las ventajas y desventajas de un avance tecnológico dependerán del ser humano mismo, de qué haga con ella, qué comparta y qué decida asimilar.
El primero de los dos puntos que voy a tocar es el del Postureo. El término es relativamente nuevo, de hecho, todavía no hay una definición oficial establecida. Pero muchos profesionales la han definido como el presentar y compartir un estilo de visa en las redes sociales (Facebook, Instagram, Twitter) que no está acorde a la realidad, en pocas palabras: presentar nuestra mejor cara con ciertos retoques. Porque teniendo en cuenta que en las redes el contenido, en la mayoría de los casos se hace público, nadie querrá poner lo peor de sí mismo a la vista de los cientos de contactos que tiene agregados. ¿Qué sentido tendría para el usuario publicar algo desagradable de sí mismo?
Dentro del postureo entran las innumerables selfies, compartir fotos de los platos de comida, las tendencias que se vuelven virales y contagiosas (como por ejemplo: el Icebucketchallenge, manequinchallenge, etc.). Auto denominarse intelectual por compartir los libros que lee, experto en música por las canciones que sube; sentirse dentro de x estatus social por publicar lo que consume o compra, etc.
Básicamente el postureo consiste en mostrar una fachada, que muy probablemente no compagina con la vida real y el incluirse en las tendencias como esa necesidad del ser humano de formar parte de un grupo, del no quedarse excluido. Lo que viene siendo muy parecido a nuestros primeros pasos de socialización cuando somos niños o de esa necesidad de ser aceptado por determinado grupo cuando se llega a la adolescencia.
Pero surge la pregunta en el usuario: ¿y cuál es el problema? Cada cual puede publicar lo que le quiera, todos tienen la libertad de publicar la información que le plazca en su perfil. Sí, el usuario está en todo su derecho. Y entonces surge la respuesta: el postureo no es un concepto creado para chinchar a las personas que tienen este tipo de costumbres, sino para incitar una evaluación, si éstas nos generan cierta dependencia y desconexión con nuestra realidad palpable; si el construir esa realidad alterna, por decirlo así, determina la felicidad; si el autoconcepto depende en las reacciones de dichas redes. Practicamente ese vendría siendo el fin primordial de este nuevo término.
Ahora voy a hablar sobre el segundo punto: la desensibilización y/o deshumanización.
Está relacionado con el punto anterior. Sí, el crear y vivir enfrascado en una falsa realidad, nos lleva a una desconexión. Pero lo esencial de este apartado está en todo ese contenido crudo que circula por las redes, contenido que se comparte con la falsa intención de generar conciencia, pero que en realidad el fin latente es el de generar morbo.
No es nada nuevo que cada día, nuestras sociedades latinas sufren de mucha violencia. Tenemos numerosos asesinatos, violaciones, maltratos, etc. Es una situación realmente difícil, y es cierto, para erradicarla se necesita de educación y tomar conciencia, pero difundir por la red contenido con seres humanos, animales ensangrentados y torturados no contribuirá a que la violencia cese. Realmente no se puede hacer mucho con ver algo de ese tipo.
Y otra conducta habitual que incide en la desensibilización es el de ofender nada más porque sí. Para que quede más claro: pelear en comentarios utilizando todas las malas palabras habidas y por haber solo porque alguien no está de acuerdo con usted. Y de nuevo surge el término «libertad de expresión». Y de nuevo surge una respuesta en forma de pregunta: « ¿qué tanto influencia tiene en su vida agarrarse a pelear por comentarios con otra personas en Facebook, Twitter o Instagram?»«¿Lo hace solo porque está detrás de una pantalla y es más fácil ofender a alguien bajo la confidencialidad de un perfil creado?» « ¿Qué ganancia tiene al ofender a alguien que no conoce y que probablemente no va a conocer a través de una red?».
Y lo dejo con estas interrogantes y con una frase de ese libro que me gustó y que le recomiendo tanto:
“Llena tus ojos de asombro – dijo- vive como si fueras a caer muerto en diez segundos. Ve el mundo. Es más fantástico que cualquier sueño hecho o pagado en las fábricas”
Y recuerde: este artículo no fue escrito para estar en contra del uso de las redes sociales, porque qué útil y beneficiosas pueden llegar a ser. Incluso, este artículo será compartido en una de ellas (Facebook). Está enfocado en hacer conciencia de su uso eficiente sin que nos afecte psicológica y emocionalmente.
P.D. Si quiere leer el libro, puede acceder a él, dando clic en aquí.
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