Antes de brindar algunas sugerencias, que a usted como padre le pueden ayudar a fomentar los vínculos entre sus hijos, es necesario aclarar que el objetivo del artículo no estará centrado en que los hermanos se lleven bien siempre. Como en toda relación los problemas van a estar presentes, y la relación entre hermanos no está exenta a ello; todo lo contrario. Por tanto, el objetivo del artículo es brindar algunos aportes que pueden contribuir a que aunque haya peleas entre sus hijos, con su ayuda, sepan resolver sus diferencias sin perder el afecto, respeto y la buena comunicación entre ellos.
Habiendo mencionado el fin del artículo, dejo a continuación algunas sugerencias para fortalecer el vínculo entre hermanos:
1-Preparar con anticipación a su hijo, que pronto va a pasar de hijo único a hermano mayor.
Los padres usualmente dicen a su hijo comentarios como: «vas a ser hermano mayor», «ya vas a tener con quien jugar». Sin embargo, si su hijo está entre los primeros diez años de edad, le va a tomar mucho tiempo para adaptarse al cambio. Para prepararlo a la llegada de su hermano, usted puede decirle el nombre (si ya tiene el nombre) de su hermano menor, y explicarle que él será muy pequeño al principio, pero que va a crecer, tal y como él lo ha hecho.
¿Por qué es importante explicarle que su hermanito será muy pequeñito y frágil?
Porque así su hijo aprenderá a tener tacto en el modo de hablar, tocar y acercarse a su hermano bebé. No solo le estará enseñando a cómo tratar a un ser que es vulnerable, sino estará enseñándole límites e inculcándole el respeto.
También debe explicarle, en especial si el niño ya habla, que su hermano menor necesitará mucha atención de su parte porque es muy pequeño y no puede hacer las cosas por sí solo como él. Y por supuesto, aclararle que eso no significará que él tendrá menos atención ni menos cariño.
Y además, podría pedirle que le ayude a decorar, por ejemplo, la cuna del niño, o que haga un dibujo o algo que le gustaría darle a su hermano. Esto ayudará a que el niño inicie su lazo afectivo con su hermano menor.
Es posible que cuando ya esté el bebé en casa, el niño empiece a presentar conductas no acordes a su edad como: ya sabe ir al baño, pero vuelve a hacerse en la ropa interior; se pone a llorar por cualquier cosa; quiere que usted lo vista o lo alimente. Evite castigarlo o decirle que deje de comportarse así porque ya es un niño grande.
Este tipo de conducta es relativamente normal, el niño regresa a etapas inferiores, porque quiere la misma atención que el recién nacido está recibiendo. Cuando esto suceda, siéntese un momento con él y vuélvale a recalcar que el cariño no ha disminuido ni disminuirá por la presencia de su nuevo hermano. Es más, en este momento de adaptación, sería recomendable que empiece a elogiarlo por algo que haya hecho bien su hijo, si es posible diariamente, por ejemplo: muy bien, pudiste llevar el plato al lavadero, qué bien te amarraste las cintas de los zapatos. De esta forma, el niño no se sentirá «reemplazado».
2-Crear espacios de intercambio afectivo.
En este punto, para fortalecer la relación entre sus hijos, usted puede crear momentos de juegos, en los que solo ellos participen. Puede elegir un día a la semana, o un momento del día en el que realicen una actividad que los haga interactuar entre ellos.
Además podría crear hábitos de muestras de afecto. Por ejemplo: darse abrazos antes de dormir, decirse buenas noches, buenos días cuando se despierten, etc.
3-Respetar la individualidad de cada niño.
En este punto es en el que se va a evitar lo que muchos padres tienden a hacer: comparar entre hermanos.
Cuando se habla de respetar la individualidad, es aceptar las características únicas de cada niño. A pesar de que sus hijos crecen con los mismos padres, en un mismo entorno familiar, cada niño tendrá su propia forma de desarrollarse, aprender y socializar; compararlos no solo es injusto para cada niño, también estaría generando rivalidad y resentimiento entre los hermanos.
Hay una etapa en la niñez, que los padres son considerados héroes, lo mejor de los mejor; son idealizados. Por tanto, imagínese comparando a sus hijos cuando usted es visto con mucha admiración. El niño que usted considera que está en desventaja se sentirá inferior al niño que usted presenta como ejemplo. De esta manera, solo logrará que ellos no se vean como iguales.
Y como ya mencioné antes que cada niño es único, no hay nada mejor para demostrar cariño a sus hijos, que reforzándolos positivamente, reconociéndoles sus logros a cada uno. Por ejemplo: qué bonito hiciste tu tarea de matemáticas, la hiciste muy rápido.
4-Admitir que el «conflicto» forma parte de la relación entre hermanos.
Ya lo mencioné al inicio del artículo, esperar que los hermanos no tengan peleas es poco realista. En toda relación se presentan problemas. A veces será necesaria su mediación y otras no.
Es necesario no buscar culpables cuando se den la peleas, lo que conllevaría a no darle la razón a uno de los hijos. ¿Cómo puede intervenir cuando hay peleas? Escucharlos a los dos por separado y no interrumpirlos ni reprenderlos mientras ellos están expresando su enojo. Los niños expresan sus emociones de diferentes formas que lo hacen los adultos, así que lo mejor es escuchar hasta que termine y hacer que ambos se sientan comprendidos sin señalar culpables.
Claro, que si la pelea se fue de las manos de uno de los hermanos, donde hubo golpes, se debe recalcar que la violencia no es algo que debe estar presenta en las familias. Y que no van a dejar de ser hermanos aunque uno de ellos sienta que quiere golpear a su hermano porque le ha hecho enojar mucho.
Para canalizar el enojo puede sugerirle actividades y cuando ya le haya pasado, buscar la forma de que el niño exprese sus emociones a su hermano y se disculpe de una forma tranquila. Luego de haberse disculpado, evite volver a mencionar la pelea; en lugar de ello podría involucrarlos a los dos en un juego.
Y me quedo hasta acá con las sugerencias y para terminar, dejo unos cuantos ejemplos que proporciona Adele Faber, autora de un libro titulado: «Hermanos sin rivalidad» (1987):
HERMANO MAYOR: “Me gustaría que este bebé no hubiese nacido nunca”.
En lugar de: “¿Cómo puedes decir algo tan desagradable de tu hermanito?”
Considere: “Algunas veces sí que te gusta el bebé, pero ahora no lo quieres aquí. Yo sé que los bebés pueden ser muy molestos a veces, pero cuando sea más mayor y puedas jugar con él te encantará”
HERMANO MAYOR: “¿Por qué siempre te pones de su lado?”
En lugar de: “Yo no me pongo siempre de su lado, pero a veces tú te comportas muy mal con tu hermanito”.
Considere: “¿Eso crees? ¿Por qué no me ayudas a entender mejor lo que sientes para que pueda ser justa con los dos?”
HERMANO MAYOR: “¡Ga, ga, gu gu … ua, ua … mamá!”.
En lugar de: “Deja de comportarte como un bebé. Ya eres un niño grande”.
Considere: “¿Quieres jugar a los bebés? Ven, siéntate en mis rodillas para que te acune”.
HERMANO MAYOR: “¿Por qué vas a tener otro bebé? Yo no quiero a nadie más”.
En lugar de: “Verás cómo quieres al bebé. Vas a tener a alguien con quien jugar”.
Considere: “¿Eso es lo que sientes? Cuéntame más. Luego te diré que tú siempre serás mi único y queridísimo hijo mayor”.
HERMANO MAYOR: “¿A quién quieres más?”
En lugar de: “Los quiero a los dos igual”
Considere: “Esa es una pregunta muy difícil porque los dos son especiales para mí. Los quiero a cada uno por ser como son”.
HERMANO MAYOR: “Odio a mi hermana”
En lugar de: “No es verdad; quieres a tu hermana”
Considere: “Algo de lo que ha dicho o hecho tu hermana te ha enojado mucho”.