Hoy es el Día Internacional de la Salud Mental y por esa razón decidí escribir sobre los tabúes y la subestimación relacionados a ésta. Algunas personas pueden creer que este tema solo le compete a psicólogos y/o psiquiatras. Y para otros al escuchar ambas palabras juntas, salud y mental, les resulta casi imposible considerarla tan importante como la Salud Física, esa que si no se cuida, lo puede llevar a la muerte. Y unos cuantos pueden asociar Salud Mental con la palabra tan estigmatizada que es «locura».
Que la población todavía maneje ese tipo de ideas es entendible, pero no justificable. Es entendible, porque el estudio, la prevención y rehabilitación de los problemas de Salud Mental ha tomado más fuerza en los últimos años; y al mismo tiempo porque de alguna forma los problemas de este tipo a lo largo de los años solían asociarse a posesiones demoniacas o de espíritus. De hecho, antiguamente se tendía a realizar agujeros en los cráneos de personas afectadas (que se llamaba trepanación), porque se creía que de esta forma los demonios iban a abandonar el cuerpo.
Y todavía en la actualidad, si ve los noticieros, se habrá dado cuenta que algunas familias que tienen miembros con problemas de Salud Mental, los tienen encerrados, encadenados en lugares en condiciones precarias porque creen que están poseídos. Por supuesto, hay familias que optan por ello (aunque no es lo adecuado) porque el afectado puede ser violento, pero que aún se maneje esa creencia de que está poseído, dice mucho sobre la poca conciencia que aún se maneja en cuanto al tema.
Otros, como ya mencioné, se limitan a usar la etiqueta «loco» cuando percibe que alguien tiene un comportamiento inusual o que no encaja.
Como ya lo dije, es entendible, pero no justificable debido a que la salud (física y/o mental) es un tema de todos, y entre menos tabúes se manejen entre la población, más posibilidades de prevenir posibles problemas futuros, y, al mismo tiempo, cuando se presente un conflicto, tener las herramientas de confrontarlo como familia, comunidad y sociedad.
¿Qué es la Salud Mental?
La Organización Mundial de la Salud define a la salud mental como «un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad».
Ahora quiero que preste atención en las palabras en anaranjado. Hay un estado de bienestar cuando tenemos la plena certeza de que poseemos las capacidades que nos ayudarán a confrontar diversos conflictos que se van a presentar a lo largo de nuestra vida. Y agrega: trabajar de forma productiva, lo que en pocas palabras es ser funcional dentro de la sociedad.
Los seres humanos estamos siempre en constante desarrollo. Nuestras capacidades para ser funcionales y para enfrentar y resolver los problemas van depender de diversos factores que intervienen en nuestro proceso de desarrollo. La forma en que la familia establece vínculos con nosotros, los factores genéticos (lo que heredamos de nuestra familia), cómo son suplidas nuestras necesidades físicas, psicológicas y emocionales, y los estresores de la sociedad.
En síntesis, la estabilidad del ser humano va a depender de cómo se ha construido en ese proceso de desarrollo. Habrá personas que se construirán con bases fuertes, y habrá otras que estarán más propicias a sufrir un derrumbe ante un suceso muy fuerte. Dependerá de cómo se haya construido bio psico socialmente.
No es nada nuevo que la violencia está causando mucho malestar en la sociedad. Y no es un problema que solo involucra a las pandillas; cuando hablo de violencia, me refiero a que también está presente, desafortunadamente a nivel micro, en los núcleos familiares. De modo que tenemos adultos con traumas vividos en la niñez, todavía no superados; gente que al salir no siente desconfianza, sino paranoia por la constante inseguridad; y población que en lugar de miedo (un estado emocional natural en el ser humano) experimenta niveles altos de ansiedad.
Entonces ¿por qué se desestima tanto la Salud Mental?
Un problema de índole mental no puede dejarse notar a simple vista como puede hacerlo un problema físico. Se percibe que algo no anda bien por el cambio repentino o paulatino en el comportamiento de la persona. Y por ende, algunas personas tienden a creer que ese cambio de conducta puede ser resuelto por la persona misma, que ella tiene el control, pero no lo hace ya sea porque se victimiza o porque es muy holgazana para hacerlo. Lo cual no es así.
Es cierto, usted puede que no vea ningún problema porque no hay marcas palpables, pero para la persona que lo padece es muy difícil de lidiar. No se puede esperar que ésta lo detenga como si tuviese un interruptor en su mente, al que solo tiene que apretar para apagar su malestar. A veces el «solo sé más optimista» no ayudará aunque usted se lo diga con sus mejores intenciones, puede que solo necesite apoyo y comprensión y que usted no subestime su problema.
Le daré un ejemplo, cuando nos herimos, vemos la cortada y la sangre saliendo, y sabemos que en unos días ya habrá cicatrizado, porque es un proceso. Lo mismo sucede con algunos problemas de Salud Mental, para ser rehabilitado debe acudir y recibir tratamiento para que gradualmente las heridas psico emocionales vayan cicatrizando. Por supuesto, como los problemas de salud Física, también hay problemas de Salud Mental que no pueden «curarse» si lo quiere ver con ese término, pero como sociedad y familia es importante estar informados para no etiquetar ni aislar a las personas afectadas.
Y al hablar de etiquetar me lleva a reflexionar sobre la siguiente palabra «locura».
Este año un periódico publicó un artículo, con información proporcionada por el MINSAL, que los cuatro problemas que están afectando más la Salud Mental en El Salvador son: la depresión, ansiedad, alcoholismo y los intentos de suicidio. De los casos que están registrado, ¿y los que no?
Todavía hay mucha resistencia por parte de la población afectada de acudir por ayuda. Resulta mucho más fácil para la gente admitir que tiene una enfermedad física muy severa a una de índole mental, porque la primera no conllevaría a sentirse o ser llamado un «loco». Antes enfermo que loco, puede que crean. Pero al igual que algo físico, el problema mental es igual de grave, y sin asistencia la persona termina sufriendo las consecuencias en su conducta y funcionabilidad.
El estigma de locura puede conllevar incluso a que una familia esconda a un miembro familiar o evite a toda costa (sobre todo si es menor de edad) a que reciba tratamiento psicológico o psiquiátrico, por el temor a que la sociedad lo encasille como «loco». Hasta puede llegar al punto de abandonarlo. En realidad, muchas de las personas que vemos en las calles, deambulando sin hogar, muchas de ellas, si es observador tiene un problema mental.
Por lo tanto,solo me queda decirle que si ha notado algún cambio emocional o conductual y está afectando su vida, busque ayuda. Y si sabe de alguien que tiene un problema de este tipo, no se apresure a juzgar y apóyelo sin esperar que la persona cambie de la noche a la mañana.
Y ya para despedirme dejo una frase que decía un profesor de la universidad: «Cuando el alma duele, los órganos lloran».
No subestime la Salud Mental. Recuerde, mente y cuerpo, van de la mano.